Todo un honor y privilegio escuchar a una leyenda viva en el Palau de la Música de Valencia. Joaquín Achúcarro abordó un repertorio complejo destacando sobre todo por su maestría y la bella sonoridad que logra crear en cada una de sus interpretaciones.
Comenzó con las Variaciones sobre un tema de Schumann, de Brahms haciendo gala de un perfecto uso del pedal, del sonido así como de las dificultades técnicas de la obra.
A continuación le tocó el turno a Chopin, en esta ocasión Achúcarro tendió hacia una interpretación más personal sin alardes virtuosísticos creando un ambiente emotivo.
La segunda parte estuvo mejor que la primera. Con Granados, «El amor y la muerte», resaltó la calidad del pianista, aforando la calidez de su lirismo.
Le siguió Rachmaninov y concluyó con Ravel, con un toque inmaculado y un gran sentido del legato y fraseo.
El público aplaudió con efusividad y el Maestro correspondió con diversos bises del que cabe destacar su maravillosa interpretación del Nocturno para la mano izquierda de Scriabin
Todos estos elementos bastaron para conmover a todo el público que asistió al concierto.
